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De trenes y abandono; una mirada a la Estación de la Sabana

“Tal vez, nena / Me esperarás volver junto a la estación del tren / Tal vez, nena / Nos sentaremos allí /tu a verme fumar, yo a jugar no morir/  Nos diremos mentiras que a ambos han de gustarnos / Compraremos alcohol barato en la Calle 22/ Nos sentaremos en la plaza para ver la iglesia / Y los niños se reirán de mi falta de gracia y mi apariencia”. Jorge Alejandro Llanos
 

En un extenso terreno de tierra, que abarca desde la calle Trece o Avenida Centenario con carrera Veinte, en el barrio El Listón de la localidad de Los Mártires, hasta la calle 19, se extienden los pesados despojos de lo que alguna vez fue una lúcida vía férrea. Como huella de una modernidad hecha polvo con la velocidad de la máquina, en este espacio irregular dentro de Bogotá se agrupan los restos del servicio de Ferrocarriles de Colombia, una estación de Policía y el programa de artes circenses del Ministerio de Cultura.

Sobre la 13, el edificio de corte neoclásico raya frente a los edificios deteriorados que le dan la cara sobre el otro lado de la calle. Allí se presta el comercio y el hurto, decadencias de una urbe que se expande y se lamenta, no curando sus heridas sino lamiendo no más la sangre. Al pasar el edificio, entrar, mirar, visitar el museo de automóviles de la Policia Nacional y pedir permiso, insistentemente, porque lo dejen entrar a uno, se esconde un paisaje natural agotado, que raya con el gris de las calles que conforman este sector.

Al igual que el ladrillo de los muros que protegen este terreno, raspado hasta la saciedad por consumidores de bazuco, los metales de gigantes muertos descansan en el pasto verde. Son fósiles negados a la ciudadanía común y corriente, la que no tiene acceso y nunca podrá entrar a verlos, aquí, a este territorio vedado. No se puede entender por qué Colombia no tiene un sistema optima de vías férreas ―como la mayoría de países desarrollados en el mundo―, sino es a través de la corrupción de los sistemas de transporte y la ventaja económica que significa tener trabajando buses en vez de trenes.

Todo serían fósiles y tombos si no fuera por la inmensa carpa que se extiende sobre el pasto. Allí, escurridizos y agiles, pudimos espiar por un momento a artistas circenses que practicaban malabarismo, trapecistas simulando volar y un director ―o profesor―, que les daba órdenes y los coordinaba. Vista desde afuera, la carpa parecía un mundo externo, rodeada por el silencio y la comodidad de un área rural. A lo lejos, detrás de los edificios y el esmog, las sombras del edificio Bacatá y la torre Colpatria miraban amenazantes.

Pueden visitar el museo del tren, un espacio con reliquias del sistema ferroviario colombiano del siglo pasado, al igual que el de los autos de la Policía, para que entren en contacto con las ruinas de un mundo que, realmente, no nos es tan lejano. En las paredes de la antigua estación yacen grafitis que recuerdan cómo la ciudad termina devorando todo, muy lentamente y sin previo aviso, eliminando lo que no sirve a su conveniencia estética, dejando atrás la memoria colectiva.

Es por eso que decidí hablar con Paula Matiz, docente universitaria y PhD en Management and Development of Cultural Heritage, alguien que conoce de cerca las iniciativas institucionales en busca de salvar el patrimonio. Ha hecho parte de distintos trabajos relacionados con salvaguarda el patrimonio y la restauración del mismo, mostrando algo de esperanza respecto al deterioro y al olvido que nosotros, los colombianos, tenemos hacia nuestro pasado.

No siendo más, disfruten la galería  de fotos y anímense a visitar los espacios, son suyos, aprécienlos.

Jorge Llanos: Primero un poco de historia. Desde su conocimiento profesional: ¿Cuál ha sido el tratamiento que el gobierno y las instituciones interesadas en el patrimonio han desarrollado en tema de ferrocarriles desde que dejó de funcionar el tren?

Paula Matiz: En este aspecto, el Ministerio de Cultura ha adelantado varias iniciativas. Por un lado, la declaratoria como bienes de interés en el ámbito nacional de todas las estaciones de ferrocarril a través del Decreto 746 del 24 de abril de 1996. Así mismo, se declaró el conjunto de antiguas locomotoras a vapor en Colombia a través de la Resolución 791 del 31 de julio de 1998 expedida por el Ministerio.

Por otro lado, el Departamento de Antioquia ha adelantado varias acciones para la conservación y restauración de patrimonio industrial de este tipo en esta región. Por último, el Ministerio de Cultura solicitó la formulación de un Plan Especial de Manejo y Protección- PEMP para la Estación de la Sabana en Bogotá que ya fue radicado ante el Ministerio y se encuentra en fase de revisión por parte de la entidad.

J.LL: ¿Qué tipo de trabajo se viene desarrollando, desde el área de Patrimonio, en la antigua estación de la Sabana?

P.M: (Igual que la anterior), el Ministerio de Cultura solicitó la formulación de un Plan Especial de Manejo y Protección- PEMP para la Estación de la Sabana en Bogotá que ya fue radicado ante el Ministerio y se encuentra en fase de revisión por parte de la entidad.

J.LL: ¿Cuál es su función específica dentro del programa de preservación y protección del patrimonio?


P.M: ¿Supongo que te refieres a la Estación verdad?  Mi labor ya culminó pero estuve a cargo de las especificaciones técnicas para el diagnóstico y formulación de las condiciones de manejo del patrimonio mueble asociado a la Estación de la Sabana. (trabajo contratado a la Fundación Museodata por la Fundación Salvaguarda a cargo de la realización del PEMP)

J.LL: Hay una historia interesante acerca de los Tanques de Agua utilizados antiguamente para los trenes que funcionaban con petróleo ¿Podría contarla?

P.M: Por un lado, se encuentra un tanque de agua de gran capacidad que, a juzgar por fotografía antiguas de la Estación, fue de los primeros tanques de almacenamiento de agua para las locomotoras a vapor y está ligado al carácter del inmueble. En este sentido son fundamentales para la comprensión de la historia del sitio. El tanque de agua es quizás parte de la Estación desde su apertura al funcionamiento y está referenciado como un hito dentro del paisaje industrial de la Estación desde sus inicios. Según las fotografías de la época, debe datar entre 1913 y 1917.

Por otro lado, están los dos carro-tanques los cuales son los únicos dos testimonios de estos elementos para el almacenaje de petróleo. Caber aclarar que la utilización de este combustible ya no es vigente para las locomotoras y por ello, estas piezas se convierten en evidencias históricas significativas.

En este sentido, estos elementos representan una evidencia histórica en cuanto estamos ante los únicos ejemplares para la Estación de la Sabana tanto de tanques de agua como de petróleo.

J.LL: Desde su visión profesional: ¿Cuál es la importancia del tren en la historia tanto del país como  de Bogotá?

P.M: Este es un tema extenso que ha sido abordado por varios historiadores como Jorge Arias de Greiff quien se ha dedicado de manera exhaustiva a documentar este aspecto. No cabe duda que el ferrocarril y las locomotoras a vapor han sido y fueron uno de los elementos fundamentales para el desarrollo de la conectividad y movilidad en Colombia desde finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, que permitieron parte del desarrollo industrial en Colombia y la entrada de las propuestas de modernización económica del Estado a principios del siglo XX. Así mismo, tiene un papel fundamental en el desarrollo de Panamá, cuando ésta era parte de la República de Colombia.

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J.LL: El territorio en el que se encuentra la Estación de la Sabana está ocupado por Ferrocarriles de Colombia, el programa de artes circenses del Ministerio de Cultura y la Policía de Transito. ¿Cómo se llegó a este enredo?

P.M: No conozco en detalle los pormenores jurídicos. El terreno le pertenecía a Ferrocarriles Nacionales y a Invías. Cuando Ferrocarriles Nacionales se liquida pasa a ser parte del Fondo de Pasivo Social de dicha institución. Como parte del lucro que está facultado a obtener, arrienda parte del inmueble. Hoy por hoy, una parte está arrendada a la Policía de Tránsito. Por otro lado, el predio que ocupa el circo es manejado por la Escuela Taller de Bogotá y en convenio con el Ministerio de Cultura se realiza la formación de artes circenses.

J.LL: Qué razones le daría al ciudadano del común para que este lograra interesarse por el Patrimonio Histórico de su país, y ¿cuáles podrían ser buenas opciones para que existiera algún tipo de relación entre el ciudadano y su patrimonio? (teniendo en cuenta que el acceso a las personas del común está vetado, tanto a la estación como a la antigua forja).

P.M: Refiriéndose a la Estación y teniendo en cuenta la situación actual, el PEMP propone convertir parte del espacio en usos de carácter cultural y educativo. Así mismo, pretende seguir manteniendo el uso de estación de ferrocarril para Turistren. Adicionalmente, también propone la recuperación de varias áreas para garantizar justamente que los ciudadanos puedan acercarse al patrimonio inmueble e industrial, conocerlo y así valorarlo en todo su contexto y uso.

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